A sólo ocho días de que la pesadilla se haga realidad, la incertidumbre de cómo iniciará su mandato Donald Trump tiene al mundo, literalmente, en ascuas. Y es que, muchos suponían que el Trump candidato, iba a ser muy diferente al Trump presidente. Que se entendían los excesos verbales del candidato en campaña, pero que otra cosa sería su comportamiento ya como presidente en funciones. Y, aunque todavía no lo es, su investidura de presidente electo supondría un poco de prudencia, un tanto de moderación, lo que no ha sucedido.
A la fecha, el tono amedrentador no ha bajado, por lo que no caben muchas esperanzas de un cambio, a partir del 20 de enero próximo. Al menos no, por algún tiempo, quizás hasta que los grandes intereses locales, políticos y económicos, decidan que ese estilo no es el más conveniente para que su país se mantenga como primera potencia mundial, con pretensiones de seriedad. Por otro lado, el propio presidente norteamericano se enfrentará a una realidad burocrática con intereses y compromisos políticos, diplomáticos, sindicales y económicos que no se imagina y que siempre serán un obstáculo para imponer su voluntad.
Su estrecha relación con el Presidente ruso Vladimir Putin, no le ayuda, pues no es bien vista por muchos de sus paisanos con peso político. En particular, después de la conclusión a la que llegaron las más importantes agencias de inteligencia norteamericanas en el sentido de que la investigación , que ellas realizaron, demostró que Rusia intervino en la elección presidencial para favorecer al candidato republicano filtrando, a la organización Wikileaks, correos electrónicos pirateados del Partido Demócrata.
Pero además, hay un numeroso e importante sector, dentro y fuera de su país, que no está de acuerdo con el personaje. Que, por su megalomanía, sus reacciones, sus odios y prejuicios, cultiva, cada vez, más opositores que simpatizantes, y eso no le conviene al Partido Republicano, que en algún momento buscará moderarlo.
Pero esto es una especulación a largo plazo. Por lo pronto, el magnate inmobiliario mantiene su disgusto por nuestro país y, a la menor provocación o sin que exista, nos usa de ejemplo para confirmar sus dichos de campaña. Ahí están sus embates cotidianos contra el Tratado de Libre Comercio, al que primero quería cancelar y ahora habla de revisar.
El tema del muro ya parece chacoteo. Al inicio de su campaña afirmó que iba a pedir a México un pago único de entre 5 y 10 mil millones de dólares para construirlo. Al regreso de su visita a nuestro país, declaró que México pagaría el muro, “aunque todavía (los mexicanos) no lo saben.” Y más recientemente, se dijo que se construirá con fondos que solicitarán al Congreso norteamericano, pero que luego nos lo van a cobrar a través de tasas arancelarias e impuestos a las remesas. Lo que está claro, es que es un tema que no va a dejar, y que algo construirá, pero que lo mantendrá más como una amenaza.
Ya van cuatro consorcios que han sido “convencidos” de no llevar a cabo sus programas de inversión en México. Las empresas de aire acondicionado Carrier, de telecomunicaciones Sprint y las automotrices General Motors y Ford, esta última con una inversión de 1,600 millones de dólares, anunciaron que cancelan sus planes de expansión a nuestro país. Una más, Fiat-Chrysler amenaza con suspender sus operaciones aquí, si los aranceles que fije el gobierno de Trump son demasiado altos y, de ya, anunció una inversión de mil millones de dólares, pero en sus plantas de Ohio y Michigan.
En su delirio proteccionista, el magnate inmobiliario amaga hasta a quien está más allá de su jurisdicción. Y le tocó a Toyota cargar con su prepotencia hegemónica al exigirles que la inversión que tiene planeada hacer en México, la hagan en EUA, bajo la amenaza de cobrarles altos impuestos de importación a sus automóviles que procedan de nuestro país.
Toyota se defendió aclarando que se trata de una inversión en su planta de Guanajuato y no de la de Baja California, a la que equivocadamente se refirió Trump. Una imprecisión más de las muchas que comete el presidente electo por hacer declaraciones a bote pronto, que nunca corrige, pero que tienen sus efectos. No sé si Toyota vaya a hacer caso a esta amenaza, pero lo cierto es que después de esa advertencia, las acciones de la automotriz bajaron tres puntos y, eso, pone a pensar a cualquiera.
A pesar de que muchos no están de acuerdo en que a esta alturas no se haya hecho un planteamiento oficial de la postura de nuestro país sobre estos temas que, ciertamente, mucho nos afectan, creo que un posicionamiento, antes de que el equipo de gobierno de Trump asuma el poder y se puedan iniciar pláticas oficiales y no tan oficiales, sólo hubiera precipitado las cosas y, quizás, hasta empeorado el ambiente.
En una relación tan compleja, delicada y desequilibrada, se requiere más inteligencia y talento, que enfrentamiento. No vamos a medir fuerzas con el gigante, así que requerimos de astucia y, sobre todo, de unidad nacional, ahora más que nunca.