Carlos Ramos Padilla
A Nicolás Maduro y a su antecesor Hugo “el comandante” Chàvez se la ha considerado un provocador, un sujeto inestable que ha llevado ala confrontación a su maximo extremo. Sus delirantes enfrentamientos con la oposición interna y con la comunidad internacional son evidentes. Ha roto la dinámica Latinoamérica, ha desafiado a los ordenamientos multilaterales, ha sumido a su propia nación e una crisis insultante, gravísima. Su poder es absoluto, dominante y ha traducido una lucha democrática en una dictadura sin freno. Sus pleitos personales los traduce, también como Chavez en discursos de odio hacia los demás. Se han trepado en la tribuna de la ONU a decirle a Bush que deja un olor a azufre como los de demonios, a Vicente Fox, como Presidente Constituticonal lo calificaron de “cachorro del imperio”, a Peña Nieto de “cobarde” por no continuar la cotidiana pelea con los Estados Unidos. Al gobierno bolivariano se la ha vinculado, a través de Diosdado, con el tráfico de armas y droga usando como puente a sus aliados los cubanos, fundamentalmente a los hermanos Castro. Sus aportaciones a la guerrilla y a las FARC han sido documentadas. Hoy el exodo de venezolanos a Colombia es histórico y aún así el conflicto territorial entre ambas naciones ha provocado en varias ocasiones colocar mandos armados y contingentes en sus fronteras. Venezuela se ha convertido en un dolor de cabeza en el planeta. Hoy Maduro, el que habla con pajaritos, acusa sin pruebas y de manera gravisima al presidente de Colombia de orquestar un atentado, vamos un ataque para asesinarlo. Hasta este momento no está claro que se trate de un intento de eliminar a Maduro y mucho menos, mucho menos, el origen si es que este existe. La añeja democracia venezolana se ha traducido en una feroz y vengativa dictadura. Venezuela no responde no a sus propias emergencias, la inflación los ahoga, el desabasto de alimentos y medicinas los asfixia, la merma en la educación los coloca en incisos de retraso. Por ello la OEA y otras organizacion3s no gubernamentales dan la voz de alerta. Solo la exagerada compra de armas protegen al gobierno venezolano, ya ni el petróleo puede ser garantía de estabilidad. Algo en estos días habrá de suceder y los pronósticos no son nada alentadores