Carlos Ramos Padilla
Hay un proceso de consulta y opinión abierta al interior del Instituto Politécnico Nacional. La comunidad expresa su posición para determinar la presencia de su actual director Enrique Fernández por tres años más. La participación de la comunidad guinda ha sido copiosa con la participación en boleta de profesores, estudiantes y trabajadores no docentes. El Instituto Politécnico Nacional junto con la UNAM representan no sólo para México, sino para América Latina un sólido estandarte en la formación de las nuevas generaciones de líderes nacionales. La recuperación académica, la estructuración de planes de estudio, el inicio de nuevas carreras y el impulso de los jóvenes para competir y fuerte en el mundo dan vigor a estas dos instituciones. Enrique Fernández ha mantenido su empeño por generar el mayor de los beneficios educativos dentro del IPN. Sin duda sus muchachos han destacado en ambientes antes cerrados como por ejemplo en la NASA. Las matemáticas, una ciencia difícil por naturaleza, es un ejemplo sobresaliente así como el estudio de la astronomía. Sus contenidos formativos han tenido impacto en la comunidad del país y son divulgados con extraordinaria precisión, con una gama importante de opciones a través de su televisora, canal once, bien dirigida por Jimena Saldaña, que han mostrado que la cultura y la educación, el análisis y los nuevos componentes de la comunicación ni son cansados ni son obsoletos. Puedo asegurar que el mismo Canal Onces es un espejo vivo de la dinámica politécnica y de las ansias por buscar la excelencia. No se oculta que Fernández ha insistido en que los factores de violencia, degradación social y combate a los narcóticos tienen su mejor freno en las actividades estéticas y fundamentalmente en el deporte. El Poli ha ganado importante terreno en la formación de nacientes cuadros de deportistas y sus equipos de fútbol americano generan ánimo de competencia pero de hermandad y disciplina que requiere un trabajo siempre en equipo. La técnica al servicio de la Nación es su sello pero también la fortaleza del nacionalismo y la identidad que en verdad necesita el país ante los fuertes embates y agresiones que desde el extranjero, principalmente de Estados Unidos y Venezuela hemos recibido. Los jóvenes politécnicos saben y han entendido que México los necesita, pero adiestrados en las mejores disciplinas y con los mejores promedios en el ejercicio profesional. Han acudido a sus quehaceres académicos en un ambiente de cordialidad y de integración y son, sin duda, una manifestación evidente de superación.