Discurso del gobernador Arturo Núñez durante la clausura de la LIII Reunión de la CONAGO


Arturo Núñez Jiménez (ANJ). Muchas gracias.

Señor Licenciado Enrique Peña Nieto, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, le agradezco en todo lo que vale su presencia el día de hoy y, sobre todo, por su carácter de ex gobernador, el apoyo constante y decidido que ha dado a los trabajos de la Conferencia Nacional de Gobernadores.

La relación establecida entre el Poder Ejecutivo Federal y los Poderes Ejecutivos de las entidades de la República, es una muestra del espíritu democrático y federalista que se ha ido asentando en nuestro país en los últimos años, al que damos continuidad en uno de los esfuerzos de coordinación intergubernamental más nobles y fructíferos de la historia política del México contemporáneo.

Saludo por ello también a los integrantes de los Gabinetes Legal y Ampliado que nos acompañan, especialmente al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en quien hemos tenido, por las competencias de su dependencia, un interlocutor valido permanente; también a Francisco Guzmán, de la oficina de la Presidencia; a Renato Sales, de la Comisión de Seguridad; y a los demás servidores públicos federales que nos acompañan, con quienes hemos establecido compromisos y desarrollado iniciativas y políticas públicas en distintos ámbitos de la agenda nacional y de las propias agendas estatales.

Por supuesto, me congratulo de la presencia y participación de quienes son los actores y responsables fundamentales del trabajo colegiado y de los propósitos que hoy nos congregan, es decir, mi compañera gobernadora y mis compañeros gobernadores, así como del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el Doctor Miguel Ángel Mancera, quien hoy concluye de manera exitosa su encargo como Presidente de la CONAGO.

Ciertamente, el impulso dado por el Doctor Mancera a los trabajos de la CONAGO, los logros alcanzados y su disposición y voluntad para construir un ambiente de respeto y solidaridad, merecen nuestro reconocimiento público. Gracias, Miguel, por tu liderazgo, tu empeño y tu profesionalismo, así como por tu gentil anfitrionía en esta LIII Reunión Ordinaria.

Honra también a este acto, la presencia de otros integrantes y compañeros de diversos ámbitos de las administraciones públicas federal, estatales, de la Ciudad de México, miembros de organizaciones de la sociedad civil y representantes de los medios de comunicación social, así como de nuestra eficaz secretaría técnica y de nuestros eficaces enlaces.

El federalismo —técnica de organización estatal que protege la libertad, hace viable la convivencia pactada y sirve para distribuir y controlar el poder— constituye una de las decisiones políticas fundamentales consagradas por la voluntad del pueblo mexicano en la Constitución General de la República. En él coexisten dos órdenes jurídico-políticos, el de la federación y el de las entidades federadas que la integran, sin que exista relación alguna de jerarquía entre ellos; en todo caso, las entidades federativas son autónomas en todo lo que concierne a su régimen interior, siempre que no se oponga a las disposiciones constitucionales de la República federal.

Es tal la carta de naturalización y el arraigo que tiene entre los mexicanos el federalismo como forma de organización estatal, que ninguna fuerza política relevante se ha pronunciado en el debate de nuestros días por reemplazarlo por la forma unitaria del Estado, incluso cuando el tema se abordó en el marco de la denominada Reforma del Estado.

Independientemente del debate sobre el origen del federalismo mexicano, sea para los que sostienen que resultó de la imitación extralógica del federalismo americano, o para quienes consideran que surgió de las realidades propias del país al punto que de no haberlo creado el genio del pueblo estadounidense lo hubiese hecho el del pueblo mexicano, lo cierto es que esta forma de Estado se arraigó entre nosotros por derecho propio al prevalecer sobre las pretensiones conservadoras del siglo XIX de adoptar una república centralista.

Tanto hicieron suyo el federalismo los mexicanos que durante el Congreso Constituyente de 1916-1917 no fue objeto de mayor debate, como no fuera el del nombre oficial del Estado al optar por el de Estados Unidos Mexicanos sobre el de República Mexicana.

En relación con el tema del federalismo, la deliberación actual se halla centrada en federalizar materias en el ámbito normativo en el sentido de descentralizar un mayor número de facultades y más recursos desde el Gobierno Federal hacia los estados y los municipios, en el contexto de sistemas nacionales y leyes generales que distribuyan competencias entre los tres órdenes de gobierno.

Como en muchas ocasiones en el pasado, México vive hoy un momento crucial en su historia social, económica y política. Y son varias las razones que concurren en ello.

En estas circunstancias asumo la responsabilidad de presidir los trabajos de la CONAGO, con la que me han distinguido sus integrantes, a quienes agradezco tan honrosa encomienda, comprometiéndome a impulsar la agenda que entre todos nosotros, y con el Gobierno de la República y los gobiernos municipales, venimos desarrollando.

Les doy la bienvenida a los gobernadores que han entrado en funciones, ya mencionados, en el periodo comprendido entre la anterior Reunión Ordinaria y ésta. Su contribución será fundamental para dar continuidad a la CONAGO.

Enumero a continuación algunos de los temas prioritarios, entre otros muchos, en los que seguiremos trabajando para bien del todo nacional y de cada una de sus partes: 1) Coadyuvar, en el ámbito de nuestras competencias, al desarrollo de los procesos electorales ya en curso, en un marco de respeto a la legalidad, la civilidad política, la consolidación democrática, el debate propositivo y el fortalecimiento institucional. Todo ello sin que nos distraigamos del cumplimiento de nuestras responsabilidades constitucionales.

2) A partir del reconocimiento a todos quienes contribuyeron a una acción pronta y eficaz ante los desastres naturales vividos por el país, apoyaremos la reconstrucción en las entidades federativas afectadas, ya hubo aquí propuestas concretas;  3) Fortalecer las acciones en apoyo de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos de América y reanudar las negociaciones con ese país en materia comercial —junto con Canadá— y en todos los demás rubros de la amplia y compleja agenda de nuestras relaciones bilaterales, sin menoscabo alguno de la diversificación de nuestra presencia en un mundo crecientemente globalizado. Continuar el diálogo con los gobiernos subnacionales de otros países, como está previsto.

4) Asumir plenamente la corresponsabilidad que tenemos en todo lo que tiene que ver con la seguridad interior, si existe el hecho que lo regule el derecho, la seguridad pública y la consolidación del Nuevo Sistema de Justicia Penal, en coordinación con los Poderes Legislativos y Judiciales de la Unión y las entidades federadas, con especial énfasis en el despliegue la Fuerza CONAGO, y siempre en apego irrestricto a la defensa y promoción de los derechos humanos.

5) Avanzar en el cumplimiento de nuestros “10 compromisos por la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas”, asumidos en Jojutla, Morelos, así como cumplir con la parte que nos corresponde en la implementación del Sistema Nacional Anticorrupción, en una lucha que debe ser auténtica, permanente y frontal, ya que las conductas ilícitas desde el servicio público dañan gravemente las instituciones, la política y el mismo servicio público.

6) Promover la deliberación pública y el diálogo entre las entidades federativas y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para encontrar soluciones a los problemas que enfrenta nuestro federalismo fiscal, en el marco de un Sistema Nacional de Coordinación que siga buscando el “ganar ganar” para todas sus partes integrantes.

7°) Dar seguimiento y colaborar en la constitución de las Zonas Económicas Especiales, que detonarán importantes procesos para lograr un desarrollo sustentable y equilibrado entre las regiones del país, especialmente para abatir el rezago del Sur-Sureste. Fortalecer el combate a la desigualdad y la pobreza e impulsar la Implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En relación con esta agenda, y todas las demás que no refiero por razones de tiempo, el signo distintivo de nuestras gestiones gubernamentales es el claroscuro, como corresponde a toda construcción humana. Junto a avances, realizaciones y logros trascendentes, registramos rezagos ancestrales, problemas de coyuntura y desafíos igualmente relevantes. Ni los primeros nos autorizan al triunfalismo alguno, ni los segundos nos permiten tregua o desánimo, y mucho menos, actitudes fatalistas.

En el cometido de salir adelante, tenemos que reivindicar, como nos lo pedía Reyes Heroles, el valor y la eficacia de la política. La buena política —porque no podemos desentendernos de quienes la desprestigian desde los gobiernos o desde las oposiciones— porque la política es el mejor antídoto contra la fatalidad. Es, también, el mejor instrumento para evitar que los intereses de la antipolítica se impongan en el devenir de los tiempos.

Todos, absolutamente todos tenemos que auto contenernos para reforzar la unidad nacional en tiempos que así lo exigen ante los retos que vienen de dentro y de fuera de nuestras fronteras nacionales.

Por encima de intereses legítimos, regionales, sociales, ideológicos, partidistas o electorales, sé que sabremos estar en la trinchera de lucha por recuperar, en la casa común y con el liderazgo del Presidente Peña Nieto, la grandeza mexicana.

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