México, 28 Abr 2017.- Desde su altura, a 181 metros del suelo, la Torre Latinoamericana observa desde el 30 de abril de 1956 el devenir de la Ciudad de México.
Ubicada en la esquina del Eje Central Lázaro Cárdenas y la avenida Francisco I. Madero, el rascacielos, con 44 pisos, fue el edificio más alto de la capital del país desde su construcción hasta 1972 y obtuvo el record de la torre más alta del mundo fuera de Estados Unidos.
La torre, además fue el primer y más grande edificio con fachada de cristal y aluminio y la única en todo el mundo en estar asentada en una zona de alto riesgo sísmico, por lo que sentó un precedente para la construcción de edificios en todo el mundo.
El predio que en la actualidad ocupa la torre, fue ocupado por la casa de animales del tlatoani mexica Moctezuma II y tras la conquista, ahí se construyó el antiguo Convento de San Francisco.
En 1947 inició la planeación de un nuevo edificio que albergaría la compañía Latinoamericana de Seguros con la encomienda de hacer una construcción que representara la importancia de la empresa en México y el crecimiento de la ciudad y del país.
Para la edificación del moderno edificio se consideró un proyecto de 27 pisos, con pilotes de madera, estructura de acero reforzado con concreto, semejante a los edificios vecinos, pero luego de una revisión del subsuelo se encontró que era posible diseñar un edificio de 40 niveles.
En cumplimiento con su objetivo, la magnífica torre se erigió como muestra del México creciente de la época y fue inaugurada oficialmente el 30 de abril de 1956, la compañía de seguros ocupó del cuarto al octavo piso, mientras que el resto del espacio se ofreció para oficinas en renta.
La Torre Latinoamericana ganó fama a nivel internacional cuando resistió el terremoto el 28 de julio de 1957, gracias a su construcción con estructura de acero y pilotes profundos, dicha hazaña le mereció un reconocimiento del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero).
Pero a la torre de 44 pisos aún tenía que enfrentar un reto mayor: el terremoto de 8.1 grados Richter del 19 de septiembre de 1985, y pese a la fuerza del fenómeno, “la Latino”, se mantuvo en pie frente a la destrucción de edificios vecinos.
Para el director de la torre, Pedro Fossas, con el paso de los años el rascacielos ya no es el más alto, ni el más moderno, además de no contar con la última tecnología, sin embargo “sigue teniendo un magnetismo muy especial.”
En entrevista, argumentó que la torre es considerada como uno de los emblemas más representativos de la ciudad e incluso del país por su impotente diseño y su ubicación.
Reconoció que la torre se tiene que modernizar, sin embargo, señaló que para ello se requerirían muchos millones de pesos.
Explicó que una manera de obtener los recursos que se requieren para su renovación sería la venta de espacios publicitarios, pero la autoridad no permite la publicidad en la fachada del edificio.
“Es el mayor anhelo que tenemos, nos encantaría renovar la torre en muchos aspectos técnicos y estéticos como el esplendoroso vidrio azul que el paso del tiempo ha ido deslavando”, puntualizó.
En febrero de este año, el reloj se sustituyó por cuatro pantallas con tecnología led que ofrece datos como la hora a las miles de personas que todos los días transitan en la zona concéntrica a la torre.
Además de albergar oficinas de diversas compañías, tras subir 916 escalones ofrece una vista privilegiada de la Ciudad de México en su mirador, además de un restaurante y un museo.