Oslo, 29 Mar 2017.- Más de tres mil personas al día se ven forzadas a abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos, debido a la escasez provocada por la peor sequía que ha vivido Somalia en 20 años, informó hoy el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC)).
La amenaza de hambruna en el país ha provocado el desplazamiento interno de hasta 438 mil somalíes desde noviembre pasado, el mayor éxodo interno registrado desde 2011 cuando la nación fue afectada por una situación similar, afirmó el director del consejo, Victor Moses.
“Los indicadores se están alineando peligrosamente a lo que vimos en el periodo previo a la hambruna de 2011”, puntualizó.
De acuerdo con los datos más recientes del NRC, dos tercios de todos los desplazados han huido de las regiones de Mudug, Bay, Shabelle y Sool, mientras que más de la mitad de ellos se dirige a las áreas de Banadir, Mudug y Bahía.
Cerca de 85 mil personas en busca de ayuda han llegado a Mogadiscio, capital somalí, desde noviembre pasado.
Somalia atraviesa por una devastadora sequía que ha causado la muerte a más de 200 personas por hambre y enfermedades, así como de cabezas de ganado, al tiempo que ha secado ríos y pozos, y destruido cultivos, por lo que el hambre, la falta de agua y las enfermedades amenazan a 6.2 millones de personas en el país.
A principios de este mes, el presidente somalí Mohamed Abdulahi Farmajo declaró un desastre nacional por la sequía y lanzó un llamado internacional de ayuda para frenar la crisis, que se agrava por la escasez de medicamentos para tratar enfermedades diarreicas como el cólera.
En un reporte publicado este miércoles, el NRC describe relatos de familias que han tenido que dejar sus hogares tras perder ganado y cultivos, temiendo que sus miembros mueran.
La sequía está agravando la ya de por sí difícil situación humanitaria en Somalia, pues sus ciudadanos ya enfrentan la inseguridad alimentaria aguda, con niños muriendo de desnutrición y muchos más están expuestos a sufrirla.
Para empeorar las cosas, señala el consejo noruego, las previsiones indican que las actuales condiciones meteorológicas se mantendrán entre abril y junio próximos, por lo que la crisis humanitaria podría agravarse aún mucho más.
“Estas son características claras de una catástrofe en construcción, con efectos devastadores para las personas. Es nuestra última oportunidad para evitar la hambruna. Los donantes han sido generosos y la ayuda ha comenzado a llegar, pero estamos en una carrera contra el tiempo”, sostuvo Moses.