USMCA, nueva cara de la política comercial


Jorge L. Velázquez Roa

@JorLuVR

Después de varios meses de negociación por fin se cierra una etapa importante en el proceso de modernización del TLC, recién nombrado Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA por sus siglas en inglés). Este instrumento de gobernanza económica brindará certeza política y seguridad jurídica a los agentes económicos nacionales y extranjeros. Asimismo, ante los previsibles cambios en las políticas públicas de la próxima administración, será la oportunidad de cambiar el enfoque para que el libre comercio no sea un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y la población en general.

Este nuevo acuerdo, al menos para México, elimina uno de los elementos de mayor incertidumbre para su economía, cuyo efecto inmediato será una menor volatilidad cambiaria asociada a la incertidumbre derivada de la renegociación misma. También en el corto plazo evitó un fatal escenario: el de la cancelación del TLC, que hubiera sido un fuerte choque para nuestra economía con un resultado muy costoso para nuestro país. En el mediano plazo y largo plazo, la certidumbre generada por el nuevo acuerdo será la base de los futuros intercambios comerciales entre los tres países y de potenciales nuevas inversiones.

Una vez alcanzado este acuerdo, no se deben exagerar o sobredimensionar sus posibles efectos en la economía mexicana. Bajo el actual TLC, en los últimos años el intercambio comercial y las inversiones habían venido creciendo de manera más o menos sostenida, ¿qué tanto más crecerán bajo el nuevo acuerdo? Resulta incierto ¿lo harán al mismo ritmo o a uno mayor o menor? En todo caso, los verdaderos efectos del USCMA deberán medirse no en términos absolutos sino con relación a lo que hubiera sucedido bajo el escenario base, es decir, el del TLC actual. Más importante aún, habrá que ver cómo los beneficios derivados del acuerdo se reflejan en las condiciones de vida de los trabajadores mexicanos. En este sentido, un buen precedente del nuevo acuerdo es el requerimiento de que al menos 40% del contenido total producido en el sector automotriz provenga de zonas donde los salarios sean de al menos 16 dólares la hora.

Tampoco hay que soslayar los riesgos futuros. Por un lado, ya hemos visto cómo el presidente de nuestro vecino del norte, con todo y TLC vigente, impuso a nuestro país aranceles al acero y al aluminio ¿Por qué el nuevo acuerdo habría de inhibir ese tipo de impulsos? Probablemente el costo político de hacerlo sería más alto bajo su propio acuerdo, pero ello no necesariamente lo evitaría. De hecho, el gobierno estadounidense anunció que esos aranceles permanecerán vigentes por el momento. Por el lado mexicano, si bien el futuro gobierno ha aplaudido el acuerdo alcanzado, resulta por lo menos contradictorio el discurso del propio presidente electo en contra del neoliberalismo (al que culpa de la “bancarrota” actual), del cual este acuerdo es miembro distinguido.

La certeza sobre la economía derivada del USMCA podría verse opacada por la incertidumbre que podrían generar algunas acciones de política económica, más allá del ámbito comercial, del próximo gobierno.

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