TEMAS CENTRALES: En el PAN, más de lo mismo.


Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

En días pasados, el PAN llevó a cabo el proceso para la renovación de su dirigencia. El resultado a nadie sorprendió, pues el triunfo de Marko Antonio Cortés Mendoza, ex Coordinador Político de la campaña de Ricardo Anaya para la presidencia del PAN, en 2015, y ex Coordinador del grupo parlamentario panista en la Cámara de Diputados, en la LXlll Legislatura (2015-2018), por designación del propio Anaya, se daba por descontado.

Y es que, las maniobras, amarres y exclusiones que su antiguo jefe, el excandidato panista a la presidencia del país, Ricardo Anaya, realizó durante su gestión al frente del CEN del blanquiazul, en su afán por quedarse con el paquete completo, funcionó, aunque no como él lo esperaba. Pues, si bien logró la candidatura presidencial, el costo recayó en su partido al sufrir la mayor derrota electoral de su historia y el derrumbe en su posicionamiento político nacional, además de una fractura interna, de pronóstico reservado. Al queretano, por lo pronto, lo mandó a un retiro, alejado de los reflectores políticos, aunque quizás, no del todo, porque quien ahora encabeza al blanquiazul se la debe al 100 por ciento y, el poder es seductor.

Está claro que la telaraña tejida para asegurar el control del partido, permitió que los sucesores de Anaya, en la presidencia panista, Damián Zepeda, primero, y ahora Marko Cortés, hombres de confianza e indiscutibles anayistas, aunque ahora lo pretendan negar, asumieran el cargo, seguramente como el ex candidato presidencial lo habría planeado. Pero, otra vez, el precio resultó elevado, pues lejos de lograr la unidad del instituto, indispensable en estos momentos críticos, lo que se vislumbran son más grietas internas y un futuro nebuloso.

En esta elección interna, los aspirantes a la presidencia del PAN se fueron retirando al ver que el grupo anayista tenía el control total del proceso, con el manejo del padrón de militantes. La elección pronosticaba un desastre para el blanquiazul, por lo que el aspirante oficial y su grupo tuvieron que entrar en negociaciones, aceptar una alianza y ceder posiciones. Un sacrificio obligado ante el riesgo de agrietar más la fractura y que las heridas causadas por la obsesión de poder de Ricardo Anaya, volvieran a sangrar. El clima no estaba ya para imposiciones caprichosas. Ni manera de quedarse con el paquete completo. El partido y el Congreso Federal, tendrán que compartirlos.

Por lo pronto, la anunciada renuncia del ex presidente Felipe Calderón a su militancia de casi cuatro décadas en el PAN, ocurrió. En la misma fecha de la elección, y antes de conocer los resultados, envió su carta renuncia en la que hace fuertes señalamientos: “la camarilla que controla al partido ha abandonado por completo los principios fundamentales, las ideas básicas y las propuestas del PAN, y no le interesa sostenerlos, actualizarlos o fortalecerlos”, argumentó. En su cuenta de twitter había escrito que fue a votar por Manuel Gómez Morín, por respeto al esfuerzo que él y su equipo habían hecho para cambiar al partido, pero que “la manipulación del padrón interno” anulaba cualquier posibilidad de cambio.

A Acción Nacional le pasa ahora lo que le sucedió al PRD. Sus figuras más emblemáticas se le han ido. Al Sol Azteca, le renunciaron sus dirigentes fundadores. El PAN se ha quedado, nada más ni nada menos, sin los dos personajes que llevó hasta la presidencia del país. Además de que dos expresidentes de su partido, Manuel Espino y Germán Martínez, también han salido de sus filas y otros se han perdido en el ostracismo.

El nuevo dirigente llega cuestionado por su identificación con el ex joven maravilla, no obstante, Marko Cortés ha insistido en su independencia política, basada en su propia trayectoria, aunque no puede omitir que sus mejores momentos los tuvo cuando el ex candidato presidencial dirigía al partido. La sombra de Anaya, lo va a perseguir un rato largo y, esto, le dificultará su labor, porque tendrá que convencer de que no hay línea con el ex candidato presidencial. La contundencia de su triunfo (79 por ciento de votos sobre 21 por ciento de su contrincante), solo sirvió para reforzar la idea, que algunos tenían, de que el piso no era parejo y para que el candidato opositor, Manuel Gómez Morín, calificara el proceso de inequitativo y antidemocrático.

Por su parte, el ex presidente Calderón ha manifestado su intención de fundar un nuevo partido. Margarita Zavala, su esposa, preside ya una asociación civil denominada Libre. Libertad y Responsabilidad Democrática, la que podría convertirse en parte de la estructura de ese partido.

No está claro que tan exitoso pueda resultar el proyecto de Felipe Calderón, pero sin duda, se trata de una difícil tarea que llevará tiempo en desarrollar y, no precisamente, en el clima más propicio. Con excepción de Morena, y no precisamente por sus postulados sino por el peso de quién lo fundó, los intentos de nuevos partidos no han resultado muy afortunados y, si se han sostenido en el escenario político, ha sido porque, en su calidad de partidos bisagra, se suman al proyecto que les convenga, sin importar rumbo ni ideología y así los catalogan los electores, para quienes estas instituciones están muy desacreditadas.

El PAN quedará más dividido y, en consecuencia, más debilitado con la renuncia del ex presidente Calderón y su anuncio de fundar un nuevo partido, porque, al menos en un principio, se disputarán la misma clientela electoral. Muy lejos se ve que esta estrategia pueda repetir el fenómeno que se dio entre Morena y el PRD, porque aquí falta el imán atractivo que convenció y jaló simpatizantes de un partido al otro.

Por lo pronto, ni Marko Cortés ni Felipe Calderón, son seductores ni tienen mucho que ofrecer.

Por cierto, el lunes pasado, Marko Cortés tomó posesión como nuevo dirigente del PAN, acto que pasó en la más absoluta obscuridad mediática.

Noviembre 22 de 2018.

 

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