Se comenta solo con…Ahora si


Carlos Ramos Padilla

Luego de seis años y de una demoledora campaña de humillación y de un desprecio a los medios de comunicación, ahora sí, como despedida, el Presidente Peña se vuelve selectivo y determina a quién y cómo da entrevistas, pero más aún, usa tiempos oficiales para decirnos que hizo, que deshizo y dónde se equivocó. Y pregunto, por qué determinó esta conducta. Como gobernador del Estado de México lo conocí y bien, era afable, cercano a los medios, muy carismático, muy pero muy respetuoso de la libre expresión, abierto a conversar con periodistas, frecuentó el diálogo y comidas con concesionarios y comunicadores. Pero llegando a la Presidencia cambió, paralizado permitió que sus adversarios políticos lo aplastaran a través de las redes sociales, no era común que convidara a periodistas a sus giras ni mucho menos a conversar con ellos. Los mensajes expuestos a su persona rayaban en la difamación, en la ofensa. Como Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión le solicité a nombre de los Académicos un acercamiento en respaldo a nuestra nación por los insultos y agravios recibidos por trump durante meses. Nunca hubo respuesta, no le interesó. Hoy usa los tiempos de Estado para reflexionar de manera unilateral, en voz alta sobre su gestión pero vemos que se vuelve hermético y deja que el entrante, aún sin protestar al cargo, fuera del orden constitucional, gire instrucciones a “su gabinete”sobre qué hacer y qué decidir, a eso le llama una buena transición. Permitió que el próximo, amlo, en Palacio Nacional le repitiera, en su cara, que va a tirar uno de sus proyectos pilares, la Reforma Educativa, quizá a eso lo califique como libre expresión. Señala, como todos los que se van, que habrá de tomar meses de análisis para definir su futuro. Debo enfatizar que se olvidó de sus amigos, muchos que desde sus trincheras y a razón de enfrentamientos y amenazas, él lo sabe, lo defendieron y aún así un persistente alejamiento. Pero ahora sí, por los hermosos pasillos de Palacio, en su oficina presidencial, en la residencia de Chapultepec, la oficial, la de Los Pinos, envía mensajes luego de una derrota descomunal, histórica, jamás antes registrada a su partido político. Mensajes sin emoción con la sombra en la memoria de una reducida aceptación social. No supo o no le importó hablar de “ las cosas buenas” que fueron muchas, durante su sexenio, pero permitió que el narco, no sólo en la vida real sino en las series de televisión, lo resquebrajaran. Pero hoy sí, a seis años, tenemos un mandatario cercano, informando, comunicando, ganándose a un electorado y pueblo que al parecer ya le dio la espalda.

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