Carlos Ramos Padilla
Estamos ya a unos días de pisar las urnas y el país no anda nada bien. A la suma de periodistas asesinados son ahora los curas y los candidatos a puestos de elección presidencial los que llenan las salas fúnebres. Los crímenes y amenazas se multiplican ante un gobierno que no ha sabido como garantizar la seguridad interna en el país. Todavía hace doce y seis años se cuestionaba si el crimen organizado había penetrado en el financiamiento de las campañas políticas, es más nos preguntábamos si había complicidad entre mafiosos y políticos. Hoy queda claro, las grandes y poderosos organizaciones delictivas, de manera abierta y desafiante, intentan imponer sus condiciones y dominar sus terrenos, ellos les dicen «plazas», a través del cumplimiento de amenazas y asesinatos. No se trata de simples advertencias, es la promesa de dejar cadáveres a cambio de compromisos. Y han sido insuficientes los llamados de la sociedad para acabar con el encono y la violencia. Los propios aspirantes a ganar las elecciones se han encargado de desgastar la confianza de los electores con tanta arenga de odio y división. No es fácil despertar e informarse que nuevos periodistas, sacerdotes o candidatos dejan de existir bajo hechos detestables y que al parecer continuarán. Y a esto hay que sumar intenciones de baja monta que intentan demeritar a las instituciones y doblar las decisiones de autoridades que si trabajan pero que no sólo se exponen a las amenazas del crimen, sino a los ataques infundados de enemigos políticos. Estas pueden ser las elecciones de mayor riesgo y violencia en la historia del país. y la interrogante, estamos preparados para enfrentar el reto? y que conste que es pregunta.