Se comenta solo con…Series antivalores..



Carlos Ramos Padilla

Entiendo que las películas y las series de televisión cumplen, o deberían de cumplir, con la tarea de entretener, divertir, divulgar y algunas informar. Hay distintos géneros. La variedad es muy abierta y para muchos exquisita. Este fin de semana, quiero confiarles me lleve una gravísima sorpresa que en menos de una cuantas horas perdió su fuerza. Me explico. Decidí ir al cine, a la proyección de una película mexicana, una nuestra “Ya Veremos”. El elenco atractivo, Mauricio Ochmann, Fernando Castillo y Erik Hayser, bajo la dirección Pedro Pablo Ibarra en el esquema de drama/comedia. Un par de horas divertidisimas, con mensaje, agradable, muy recomendable. A Mauricio y a Fernanda los vi actuar en una serie de narcos, uno como El Chema y ella como Mónica Robles. A Erik en la serie del Octavo Mandamiento y en La Ingobernable, ambas de Epigmenio Ibarra. Por cierto, Fernanda y Erik fuera de càmaras son pareja. En fin. Sin embargo, al encender el televisor, por curiosidad me metí a buscar La Casa de las Flores, sólo porque vi la publicidad en un camión público. Una serie realizada por Manolo Caro y que lleva como protagonista a Veronica Castro. A pesar de los permanentes comentarios en redes sociales que incluso quisieron comparar con la serie de Luis Miguel, me llevé una doble y profunda decepción. Primero por Veronica Castro que alejada de la pantalla chica regresa con un papel que no necesitaba ni merecía para que el público la recordara. Segundo, porque pensé que los contenidos al gran público en Mexico ya se habían alejado de esa tendencia ruin de convertir a todos y a todas en prostitutas, cabareteras y con un lenguaje bajo propio de incultos además de alcohólicos. Era la degradación, significaba entre otras cosas el menosprecio y devaluación de la mujer, por cierto algunas de ellas bien colocadas hoy como legisladoras y una de ellas hasta esposa de un expresidente. El giro ha sido notable, pasamos de las mujeres que venden su cuerpo a una serie (La Casa de Las Flores) cargada de antivalores familiares, culturales y humanos. Familias corruptas, cargadas de homosexualidad corriente, de mentiras, de engaños. Y no es que esos temas y conductas no existan, sino lo burdo con que lo manejan, el abuso de un sexo desviado, la degradación de unos contra los otros. Nada aporta. Pero pues ahi está, por un lado el,tratar de hacer cine familiar, grato, representativo de nuestra sociedad, pero por el otro, lo que sólo podríamos apreciar en el caño, la destrucción de nuestro tejido. Yo sólo lo pongo a su consideración sin morales de falsa etiqueta. Pero es como considerar y aceptar que El Señor de los Cielos es indiscutiblemente una apología al crimen y a la corrupción. Basta con observar las expectativas de muchos jóvenes, principalmente en el norte del país, que imitan y estimulan la idea que comportarse públicamente como Áurelio Casillas es tener identidad y personalidad además de reconocimiento. En lo personal prefiero quedarme con el cine nacional propositivo,fino y con clase y no con aquellos que entre más prostitutas, homosexuales, droga y asesinados pretenden crear un país mejor argumentando libertad de expresión.

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