Carlos Ramos Padilla
Es imposible tratar de opinar sobre los atentados en Estados Unidos ya que cada vez se intensifican. Hace unas semanas Las vegas con 58 muertos en un tiroteo masivo, hace unos días, Nueva York con un asesino de 29 años que atropelló a ciclistas muy cerca de la zona cero del World Trade Center, apenas ayer domingo un sujeto armado ingresa a un templo en Texas y le arrebata la vida a 26 personas. Se estima es un exmilitar que abrió fuego en pleno servicio religioso, se llama Albert Gámez Jr.. Y la industria del rifle dominando al poder presidencial. Recordamos aún como el 12 de junio del año pasado se registró un saldo de 49 muertos cuando un sujeto de origen afgano disparó al interior de un antro gay en Orlando y así sumando casos y eventos de desgracia: 32 muertos en Virginia cuando un estudiante coreano después de la masacre se suicidio, o en la escuela primaria Sandy Hook con 26 muertos, o en San Bernardino, se acuerda usted? cuando un matrimonio de islamistas radicalizados de origen paquistaní abrió fuego durante un almuerzo navideño, o en Ford Hood en el dos mil nueve con 13 muertos cuando un psiquiatra nacido en Palestina protagonizo un tiroteo, y podría continuar registrando más fechas, más datos, más muertos como en las oficinas de la marina en Washington en el dos mil tres con 12 fallecidos por un hombre que trabajaba como subcontratista del Pentágono. Y esto se está convirtiendo en un desorden, se ha perdido el control y ya la gente en Estados Unidos no está segura de acudir a evento colectivo alguno, vamos ni al cine. Hoy en Japón trump desafía a Corea del Norte con un discurso violento y amenazador, mientras que su desgastado twitter le sirve para enviar condolencias a sus compatriotas.