Carlos Ramos Padilla
Llegan por miles a Tijuana y es previsible que este fin de semana la tensión se incremente en la frontera con los Estados Unidos. En estos momentos los de allà, los estadounidenses, colocan mallas de púas para evitar que los centroamericanos trepen por la barda divisoria. Los locales, los nuestros, ya no quieren que la estancia permanente, porque ya lo es, de los haitianos no se refleje con los andantes hondureños.Trump deberá mostrar política o mano dura. Y nuevamente con sus decisiones habrá de jugarse su futuro en el salón oval. Pero en nuestro país no hay presupuesto que alcance para recibir a tanto extranjero necesitado, aunque así lo crea el Presidente Electo que ha prometido albergue, seguridad, alimentación y trabajo para los integrantes del éxodo. Evidentemente para Tijuana esto puede representar un colapso económico y social. Para el país un conflicto permanente sobre todo porque no únicamente se les dio la bienvenida sino porque se les invita a cruzar el territorio nacional o…a quedarse. Es muy peligroso confundir los derechos humanos con la violación a la ley dando espacio a ilegales, o a migrantes, a ilegales. Ya incluso se dieron enfrentamientos porque los tijuanense no quieren otorgar sus recursos, sus espacios y derechos constitucionales. Hablan hasta de evitar rapiña y atracos que se pudieran presentar. Muchos sentencian que esto es “atípico” y esperan que así sea y no se convierta en una presión política para darles asilo y en su caso nacionalidad.