Carlos Ramos Padilla
Este martes es vital para la historia política y económica de los Estados Unidos. Esa nación que en su elección determinó llevar al salón oval a un despiadado arrogante empresario. Un sujeto que ha vivido humillando al prójimo, ahí está su biografía. Su discurso de odio no cesa. Su beligerancia es evidente. Su soberbia es exponencial. Hoy no sólo la sociedad está enfrentada, también sus dos partidos políticos, los republicanos y los demócratas, pero más aún, de Estados Unidos contra muchos en el mundo, contra los migrantes, contra los musulmanes, contra los chinos…mañana los estadounidenses habrán de medir sus madurez, su arrepentimiento o su confirmación a la administración del millonario. Trump asusta con que su país se llenara de terroristas disfrazados de migrantes. Los demócratas acusan de los varios crímenes colectivos que llevan a los cementerios a miles de americanos inocentes por revanchismos sexuales, sociales o religiosos mientras trump se entretiene con arengas de dolor y pésame. La verdad es que nunca se había registrado tanta agresividad de un gobierno en el vecino del norte. Incluso en su oratoria trump temerariamente desafía a los norcoreanos señalando que tiene mayor potencial nuclear y bombas más bonitas. Trump no ha podido frenar a la industria del rifle porque recibió en campaña una jugosa aportación. Tampoco ha controlado el consumo de drogas. Ve a los mexicanos y centroamericanos como crimínales y violadores en tanto el mismo, trump, ha sido acusado por prostitutas o ex participantes en concursos de belleza de acoso sexual. trump ganó por una oratoria barata que engañó con promesas y más promesas. Que se comprometió a hacer de “America” grande otra vez pero hasta terreno perdió en la renegociación del Tratado Comercial con Canadà y Mexico, antes sus socios y aliados, hoy sus competidores abusivos según el magnate. La política internacional parece un péndulo, a cada elección las naciones corren de izquierdas a derechas. Pero en Estados Unidos deben resolver si quieren continuar con el dominio político del mundo o como todos los imperios ir cayendo en el desprestigio y para muchos en el odio.