Carlos Ramos Padilla
Lo decía y no me equivoqué, las majaderías de Trump lo van a hundir. Escribí ayer que luego de perder la Cámara de Representantes no iba a dormir tranquilo y ahora arremetió contra el periodista Jim Acota. Lo enfrentó, lo desafío, lo insultó. Explotó e incluso intentó, a través de su secretaria, arrebatarle el micrófono cuando el comunicador le interrogaba. Trump no tolera a la cadena CNN pero decía, a nadie que se le opone. Trump está desquiciado y su aplastante arrogancia lo muestra como todo menos como Presidente. Si lo tropicalizamos seguro les diría que son reporteros “fifi” porque para descalificar se emplean calificativos. Trump dio un pésimo ejemplo y ataca a la libre expresión en un país que presume libertades. También ayer lo escribí, el millonario es su propio sepulturero. Este empresario se atreve a culpar a todos de sus errores, especialmente a los comunicadores. Ya no es seductor es brusco. No sabe enfrentar problemas tan serios como el consumo de drogas o la espantosa lista de estadounidenses acribillados por dementes que involucran en sus actos argumentos políticos, económicos y religiosos. Pero su discurso siempre antagónico, violento y de odio está radicalizando gravemente a una nación que sabe que detrás de cada closet hay un arma de alto poder. No han dejado de ser protagonistas de históricas tipo el viejo oeste en donde las pistolas mandaban antes que la ley. Mal muy mal antecedente, otro, de Trump públicamente contra un periodista y lo deteriora más el hecho de que luego de insultarlo decidió retirarle todo permiso para ingresa a la Casa Blanca. Desde la sala oval afirman que en la casa presidencial no van a aceptar “este tipo de ataques” pues vaya se van a quedar cada vez más solos.