Carlos Ramos Padilla
No es la primera ocasión que lo afirmo y lo sostengo, la violencia y el narcomenudeo en la Ciudad de México son en verdad serios, un problema que se está convirtiendo en seguridad nacional. Tláhuac es el caso más evidente, pero hemos mencionado a colonias como Santo Domingo, barrios como Tepito o colonias como la Morelos. Pancho Cayaguas y el «ojos» son apenas una probadita de los sicarios que operan y fuerte a órdenes de los grandes cárteles. La degradación lleva a corromper a la sociedad que se convierte en sus complices y soplones y a las mujeres en carne de prostitución, hay que asomarse a La Merced. Ahí se fortalecen mafias como la rusa y la china. Por ello anda ocupado el Jefe de Gobierno Miguel Angel Mancera y parte de éste deterioro social se vio y registró antes y después de los sismos. El problema no está sólo en la pavimentación de las calles, sino en el debilitamiento del tejido social, de las adicciones y de los robos. Hemos, en estos días, hecho énfasis en la crisis carcelaria, que vale decir es en todo el país. Pero entre más reos se suman nos demuestra que tan desgastados estamos. También hemos sostenidos que en este país se están construyendo más penales que escuelas y ahora hay más ingresos de delincuentes a las celdas que de alumnos a las aulas. Quizá estos razonamientos rayen en lo figurativo, en una descripción a vuela pluma de lo que percibimos y nos informamos. Y esto se recrudece ya que en estos dos últimos días en cuatro delegaciones se han encontrado restos desmembrados de seres humanos. Son Cabezas, dedos, piernas arrojados a botes de basura o envueltos en bolsas de plástico que a manera de reto de tiran en la vía pública. Y esto parece no detenerse, por el contrario, multiplicarse.