Por Félix Fuentes.
Marzo 12 de 2018
Entre sus confusas decisiones, Donald Trump excluyó a México y Canadá de la imposición de aranceles de acero y aluminio, ¡por razones de seguridad! y aceptó reunirse con el mandatario de Corea del Norte, Kim Jong Un, a la cual amenazó incendiar.
Atrapado en sus lucubraciones, Trump es una pesadilla mundial. No cumple sus promesas y es hábil en el chantaje. Los republicanos le restan apoyos, pero no se deciden a lanzarlo de la Casa Blanca.
Por falta de recursos económicos, a Trump le desespera el retraso del muro en la frontera con México. Fracasa en su amenaza de acabar con el Tratado de Libre Comercio de México y Canadá y no puede expulsar a 600 mil estudiantes, la mayoría mexicanos, becados por el gobierno de Barack Obama.
Tampoco logra borrar al excelente programa sanitario de Obama, y debido a su fobia contra musulmanes persiste en el acoso a migrantes. En estos días tiene en la mira a los centroamericanos, en primer lugar a los de El Salvador.
Dados a las estadísticas, los supremacistas blancos debieran hacer una, la de las promesas de Trump. Verían que todo son fracasos con el millonario constructor.
Por su reciente manejo de aranceles a compras de acero y aluminio, Trump provoca una guerra comercial con China, seguida de naciones del Lejano Oriente y Europa. Pudieran pagar los platos rotos los empresarios de Estados Unidos.
Si Trump reconoció, luego de arrogarse la firma de uno más de sus falaces decretos, de que “si no tenemos acero no tenemos país”, ¿por qué provoca la pérdida o el encarecimiento de esos productos a Estados Unidos? No lo entendería cualquier huésped de cualquier manicomio.
Sin embargo, ya nombró al que, se supone, será su jefe de campaña en la soñada reelección. Otro desplante.
Luego de golpear a México a diestra y siniestra, Trump envió a su hombre de confianza, a su yerno Jared Kushner, a entrevistarse con el presidente Peña Nieto, para hablar de los aranceles y asuntos de migrantes, de los “dreamers” y de un encuentro entre los mandatarios de ambos países.
Tras las andanadas contra nuestro país, Trump habla hoy del “compromiso de apoyarse mutuamente, al menos por el momento” y de flexibilidad a “verdaderos amigos”. Nadie puede creerle una palabra.
Y el yerno fue guiado a Los Pinos por su “amigo”, el canciller Luis Videgaray. Llegaron sin la embajadora Roberta Jacobson, quien ya fue relevada de su cargo y no se le honró de terminar su trabajo diplomático.
Por eso odia la mayoría estadounidense a suegro y yerno. Los congresistas ya quitaron a Jared el acceso a asuntos secretos y diplomáticos, pero conserva el manejo de la poderosa Casa Blanca y Trump lo presume como el número uno de su equipo.
Esos son nuestros verdaderos amigos.