Economía, riesgos latentes


Jorge L. Velázquez Roa

@JorLuVR

 

La bolsa sube, el peso baja, la tendencia era la inversa hace dos semanas o menos. Hay nerviosismo sin duda en los mercados. No es exclusivo de México. La guerra comercial y de aranceles desatada por el presidente de Estados Unidos, el fortalecimiento del dólar, así como el alza de tasas en ese país crean condiciones que sacuden la economía mundial. En el caso de México, dos son los factores que principalmente afectan los mercados. Por un lado están los diferendos comerciales con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, los cuales incluyen la inacabada renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC) y, por el otro, las elecciones del próximo primero de julio.

Ambos factores, uno externo y otro interno, generan incertidumbre entre los inversionistas. Respecto a las elecciones, hay que señalar que cualquier cambio de gobierno genera en sí mismo riesgos en la economía. En nuestro caso, estos riesgos parecieran ser mayores ante una eventual victoria del candidato que lidera las encuestas y que representaría, por sus ideas, filias y fobias expresadas en diferentes tiempos y foros, un cambio sustancial en el modelo económico y las políticas seguidas hasta ahora. No obstante, pareciera que los diferentes actores económicos ya han descontado –por el momento– dicho escenario. A final de cuentas, además de darle el beneficio de la duda respecto a lo que verdaderamente hará, el nuevo gobierno empezará a funcionar con un presupuesto diseñado básicamente por los actuales funcionarios hacendarios y los cambios que se introduzcan a la política económica se reflejarán esencialmente hasta el próximo año. Por lo tanto, si bien en el corto plazo no se esperan mayores sobresaltos, la incertidumbre generada por el proceso electoral está latente.

El factor externo es el que mayores riesgos conlleva y que más está afectando actualmente los mercados, en particular el mercado cambiario. El prospecto de una guerra comercial con nuestro principal socio comercial y de una cancelación del TLC tendría repercusiones importantes para nuestra economía. Muchos productores y cadenas de proveeduría se verían afectados de manera inmediata ante una escalada de aranceles. La reciente imposición de aranceles al acero y aluminio por parte de Estados Unidos y la adecuada respuesta por parte del gobierno mexicano no son precisamente un buen presagio en ese sentido. Ello podría ser solo una estrategia de negociación por parte del gobierno estadounidense; sin embargo, dado el carácter voluble y temperamental del presidente norteamericano, nada puede descartarse, incluso su salida del TLC en cualquier momento.

Para contrarrestar en el mediano y largo plazo los efectos de un escenario así, México debe apostar por el fortalecimiento de su mercado interno y el mejor aprovechamiento de sus relaciones comerciales con otros países y regiones. No hacer esto último implicaría no aprovechar la vocación e infraestructura (productiva y logística) desarrollada a lo largo de los últimos años, al mismo tiempo que exigiría mejorar su competitividad.

En efecto, el pasado 23 de mayo el Instituto para el Desarrollo Gerencial (IMD, por sus siglas en inglés) dio a conocer su informe sobre competitividad mundial, el IMD World Competitiveness Yearbook 2018, en el que se da cuenta de que nuestro país cayó tres posiciones –de la 48 a la 51– en la clasificación general, la cual incluye a 63 economías y es encabezada por Estados Unidos (1°), Hong Kong (2°) y Singapur (3°). Incluso, a nivel regional, México registra un deterioro relativo de su competitividad, ya que la mayoría de los países latinoamericanos mostraron una mejoría en su clasificación. Más allá de la caída de competitividad registrada, cabe señalar que ésta ha sido una tendencia a lo largo de los últimos tres años. Así, ante un panorama económico internacional cada vez más complejo, es imperativo que México revierta esta situación y mejore su competitividad, ya que solo así podrá diversificar su comercio internacional y compensar parcialmente el riesgo que representa el deterioro de su relación comercial con Estados Unidos.

En el corto plazo (previsiblemente al menos hasta fin de año), los dos factores de riesgo aquí señalados seguirán teniendo efectos en el comportamiento de los mercados, pero su impacto en la economía dependerá de una serie de acciones y circunstancias, tanto locales como internacionales, que de materializarse podrían poner a la economía mexicana en condiciones no vistas desde hace muchos años.

 

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