SE COMENTA SOLO CON: GOLPEADORES EN LA UNAM


CARLOS RAMOS PADILLA

El fin de semana pasado se generó una marcha más contra la gentrificación de esos movimientos manipulados que se han registrado cerrando vialidades en la colonia Roma y escribiendo sobre el pavimento consignas como “gringo go home. This is not your land”. Personas que con pancartas violentan los derechos de los demás, la mayoría que no vive y ni conoce las colonias que bloquean. Pero en la más reciente manifestación inició en la estación del Metrobús Fuentes Brotantes, Tlalpan, intentando concluir en el monumento a El Caminero.
La concentración fue “acompañada” por uniformados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, previendo actos salvajes de vandalismo contra propiedad privada y comercios (como ya a ocurrido la barbarie de profesionales cobardes encapuchados). Evidentemente esta acción despertó la fácil arenga de ser sujetos a una excesiva represión gubernamental. La estrategia de las autoridades era impedir el bloqueo de la autopista a Cuernavaca en sus dos sentidos desde la avenida de Los Insurgentes. Fue entonces cuando el contingente optó por desviarse hacia Ciudad Universitaria bajo el conocimiento de que entonces enfilar hacia la Ciudad Universitaria, bajo la afirmación de que “ahí la policía no puede entrar”. Por supuesto, la policía no lo impidió aun cuando se vandalizaron comercios, mobiliario urbano e instalaciones del transporte publico bajo la complacencia de los uniformados. Finalmente los encapuchados (identificados como el Bloque Negro) arribaron por el sur al Centro Cultural Universitario atacando impunemente las instalaciones del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, atentando contra una escultura de Rufino Tamayo e invadiendo el espacio de la librería Julio Torri, provocando el saqueo y la quema de impresos y libros. El gobierno de la CDMX frívolamente declaró no intervenir debido a la “autonomía universitaria” como tampoco lo hizo en la vía pública sobre la avenida de Los Insurgentes. Evidentemente no hubo detenidos. Cuando conviene a los burócratas, la UNAM es considerada como un Estado dentro de un Estado, y sin embargo se han identificado células de extrauniversitarios provocando desestabilización en los espacios académico. Estos radicales están optando en diversas facultades fundamentalmente en Ciencias y en Filosofía y Letras secuestrando instalaciones, robando enseres como forotocopiadoras y recibiendo finánciamiento y soporte incluso internacional como se ha documentado en el caso del auditorio Justo Sierra, convertido en guarida de rufianes y mal vivientes ligados algunos incluso a las FARC. El cumplimiento de la obligación y responsabilidad de cumplir con la educación superior está garantizado por nuestra Constitución y no se puede fingir su desconocimiento cuando la institución sufre de ataques cotidianos extramuros desde, por ejemplo. Santo Domingo o Copilco con narcomenudeo, ambulantaje e incluso grupos de choque operan a través de radio comunicadores o estaciones clandestinas de radio. Ya basta que el gobierno manosee e interprete a su antojo lo mismo el fuero constitucional que la autonomía universitaria para aplicar la ley cuando convenga a sus intereses. Nadie se hace responsable del daño y saqueo al patrimonio nacional pero si se ocupan de proteger las esculturas de Fidel Castro y Ernesto Guevara mientras intentan una y otra vez socavar la fortaleza de la UNAM. Por lo pronto no he visto ninguna manifestación de rechazo a los ataques en el Centro Cultural Universitarios de personajes como Claudia Sheinbaum, Alejandro Encinas, Ricardo Monreal, Marti Batres, Cuauhtémoc Cárdenas o Juan Ramón de la Fuente, entre otros, que se presumen de sangre azul y oro pero que se hunden en su vendimia y comercio político. Lamentable y reprobable que este alarde contra “los gringos” ahora impacte a la UNAM y que la moda de la gentrificación no abone al entendimiento sino a la confrontación y a la violencia protegida. Tendríamos que acercarnos a la profundidad de los valores universitarios que expresa permanentemente el catedrático Manuel Quijano Torres, hombre y universitario por los cuatro costados y de principios inquebrantables y escrúpulos a toda prueba. Escribe y denuncia el abogado Raúl Contreras Bustamante, quien fuera director de la Facultad de Derecho en sus mejores tiempos de renovación y excelencia: “Los daños no fueron producto de una manifestación ciudadana espontánea, sino del actuar del mismo grupo fascista que viene operando en toda la ciudad desde hace mucho tiempo con total impunidad. La barbarie y la agresión a la cultura representan el desprecio por el pensamiento crítico, la inteligencia y la difusión del conocimiento, que son en realidad la razón de ser de nuestra autonomía universitaria”. Nuestra solidaridad a nuestro rector Leonardo Lomelí por su estatura y limpieza moral para atender estos reprobables y primitivos actos y por defender a la UNAM como se merece, con gallardía, valor e integridad que al parecer muchos desconocen o traicionan. Hipócritas

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