Carlos Ramos Padilla
Habré de insistir, la reciente visita del Papa a Chile y Perú dejó en el camino una profunda estela de inconformidades, de reclamos y de renuncias. Francisco regresa al Vaticano cargado de reproches y quejas que le deben regalar una fotógrafa de lo mal que está la Iglesia. El se siente dolido por la corrupción en América Latina y sentenció que la política está enferma, pero los pronunciamientos los hizo mientras miles le exigían denunciar, no regañar, meter a la cárcel a los que en nombre de Dios han abusado sexualmente de los niños. La lata jerarquía católica debe medir las consecuencias no sólo de su silencio, sino de su complacencia y quizá hasta complicidad en algunos casos, como Los Legionarios de Cristo. Dentro de los templos de debe recuperar la fé, acercar al hombre a Dios, generar discursos de concordia, animar a la unidad social y familiar. La iglesia y sus púlpitos deben dejar los regaños, las posiciones soberbias de manipulación. Su riqueza es insultante para los pueblos hambreados que visitan. Deben los clérigos hacer la política a un lado mientras ofician, están equivocando su tarea, su misión. Elevar una plegaria no es condenar a personajes en el gobierno ni radicalizar a la sociedad. Son miles de millones de seres humanos en el mundo que requieren de una asistencia espiritual, No pueden ni deben dejar desvalida a una comunidad lastimada por intereses meramente comerciales, o económicos o políticos, no pueden ni deben ofrecer esperanza a razón de limosnas ni aplicar las últimas bendiciones a un moribundo de acuerdo a su clase social . Los ensotanados no pueden ni deben ser cómplices de criminales, de narcos, sicarios y asesinos sólo por recibir templos a cambio. El sacerdote debe peregrinar con la palabra de Dios, no con manifiestos políticos. El Papa recibió en el sur de la masa continental abucheos y abandono y eso es muy representativo de la crisis no sólo de valores sino de credibilidad para quienes portan la salvación. Que la iglesia le de el lugar que corresponde y merecen las mujeres, que denuncias a las sectas y falsos profetas, que terminen con los merolicos del odio y la separación, que les hable a los jóvenes y que reencuentre a las familias destrozadas. Que si texto de compañía sea la Biblia, no los Informes de Gobierno. Si el Papa no reacciona y cambia no de formas sino de fondo el terremoto en los cimientos del Vaticano puede registrar fuertes e históricos daños.