De oficio reportero: Semana santa, no santa semana


Por Raúl Sánchez Carrillo

Desde el pasado fin de semana, la estampida, el éxodo y la salida de los vacacionistas a los lugares de playa o los mas cercanos para disfrutar de esta Semana Santa, demuestra la desesperación de cientos de miles de habitantes, por salir.

Ya se ha cumplido un año del encierro prematuro, del pánico inducido, del entender a base de muertos, que el Coronavirus es algo mortal, arrasador, traicionero, presente en donde nadie lo imagina.  Que ha mutilado familias, parejas, amigos.

Sin embargo, en medio de esa permanente amenaza, esta la de una tercera ola de contagios  que sería el resultado de playas atestadas de gente, sin sana distancia, de reuniones de grandes concurrencias sin cubre bocas. El olvidar las medidas obligadas de  sanidad. De comportamientos inexplicables en personas ya consientes de sus actos.

Se ha transitado por los caminos de mas de 300 mil muertes que pueden ser mas de 500 mil. Si medio millón de vidas. Y ahora, cuando los rechazos a mas encierro, a mas conectarse por internet para recibir clases, a continuar enclaustrado, hay quienes hacen bailes, reuniones de numerosos grupos.

Pero si bien la realidad nos sacude y ver como el viacrucis que viven y han vivido miles y miles de familiares que buscan una cama para su paciente, esta no es suficiente. Solo hay que ver ya la ocupación reducida de hoteles, las concurridas playas, los antros como en Cancún. Etcétera.

Seguimos en una carrera desigual entre vacunados y contagiados. No conozco otro país pero al nuestro, como coctel de vacunas, le llegan de varios países y de distintas marcas. La organización para vacunar, se va ajustando de acuerdo a como van llegando. Lo importante es no detener la aplicación de las de Pfizzer, Cancino, Sputnik, Moderna, y las otras que se van recibiendo.

No es reconocer la aplicación del Gobierno de México, por cumplir, a tirones si se quiere, con su obligación de proteger la vida de a quienes gobierna. Las muertes son todas y cada una, un tragedia, una historia de dolor. De mutilación familiar. De sorpresa que enluta. Que mutila familias, parejas , grupos, y que además se ha diluido por necesidad sanitaria, velar a los muertos.

Paradójicamente las buenas noticias son para la industria turística, restaurantera, de entretenimiento. La vida sigue y así como van cayendo vidas, van naciendo nuevas. Este mundo se ha convertido en uno de despedidas y bienvenidas.

Que la Semana Santa haga en las conductas de la mayoría que no salió, que no hace grandes reuniones, que observa las medidas sanitarias y el cubre bocas, un acto de reflexión rogando a Dios que la tercera ola de contagios, no sea de Tsunami. Ya son muchas vidas.

sanchezcarrillo.tv

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