TEMAS CENTRALES: Los partidos efímeros


Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx

La historia se repite. Una vez más, el INE da a conocer la cancelación de registro de partidos políticos. Aquéllos que no alcanzaron el mínimo de votos requeridos por la ley para permanecer en el escenario político del país. En esta ocasión, los efímeros partidos Redes Sociales Progresistas (RSP), Fuerza por México (FXM) y Encuentro Solidario (PES), concluyen su presencia electoral al obtener menos del 3 por ciento de los votos emitidos en las elecciones del pasado 6 de junio.

Presencia electoral fugaz, ciertamente, pues solo un año antes, en octubre de 2020, la autoridad les había concedido su registro como partidos políticos nacionales. En primera instancia el INE había concedido el registro únicamente a Redes Sociales Progresistas, negándoselo a Fuerza por México y Encuentro Solidario. Impugnado este fallo por los 2 partidos afectados, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, revocaría la resolución del Instituto, otorgándoles el registro a estas dos organizaciones. Pero, poco les duró el gusto.

De acuerdo con los registros del INE, desde 1991 a la fecha, 22 partidos políticos han perdido su registro, sin considerar los tres de este año, que están dando la pelea legal para evitar su eliminación. En estos 30 años, 12 partidos han sido eliminados por ni siquiera haber llegado al 1 por ciento de la votación emitida. Algunos reincidentes como el Partido Popular Socialista, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana y Partido Demócrata Mexicano, les fue cancelado su registro, en dos ocasiones, por la misma falla. Seis partidos, no llegaron el 1.5 por ciento, uno alcanzó a rebasarlo y sólo tres obtuvieron más del 2 por ciento, pero lejos de los 3 puntos requeridos por la ley.

Desde 1929, cuando con la fundación del Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI, se buscó la “transición del gobierno de caudillos al régimen de instituciones”, Plutarco Elías dixit, nuestra historia electoral ha registrado alrededor de medio centenar de partidos. La mayoría ha surgido y desaparecido, con más pena que gloria. Sólo cuatro organizaciones han tenido relevancia y auténtico poder político, PAN (1939), PRI (1946), PRD (1989) y Morena (2014). Los tres restantes PVEM (1986), Partido del Trabajo (PT) (1990) y Movimiento Ciudadano (MC) (1998), que integran la plantilla de partidos con registro vigente, han tenido sus altibajos. Se han sostenido apostando al cobijo de alguno de los partidos grandes, a conveniencia y sin mucha preocupación por la identidad ideológica. Los dos primeros han sufrido la cancelación del registro, pero lo han recuperado.

Nuestra realidad política electoral nos dice que la apertura a la formación de nuevos partidos no ha significado mayor aportación al fortalecimiento de nuestro sistema democrático y, en cambio, el costo económico ha sido muy elevado. Según Integralia Consultores, el promedio histórico de vida de los partidos nuevos ha sido de 14 meses. Esto es, la mayoría no ha podido sobrevivir a más de una experiencia electoral.

En las elecciones de 2003, se dio la mayor intervención de partidos políticos,11. Los resultados no reflejaron ninguna novedad. Los tres partidos grandes, PAN, PRI y PRD concentraron el 85.9 por ciento de los votos emitidos. Cinco partidos desaparecieron. Ninguno de ellos alcanzó el 1 por ciento de la votación y, los tres sobrevivientes, PVEM, Convergencia por la Democracia (actual Movimiento Ciudadano) y PT apenas libraron su registro que entonces exigía un mínimo del 2 por ciento de la votación. De alguna manera, ésta ha sido la constante: surgen tres o cuatro nuevos partidos que logran su registro, al carecer de representatividad no pueden superar la prueba de los votos, por lo que son eliminados, después de su primera participación electoral. Eso sí, tras haber disfrutado de la generosidad del financiamiento público.

Estos ejercicios, bajo el amparo de apertura democrática, resultan altamente gravosos y sin trascendencia. En 2015, el partido Humanista perdió su registro y, en 2018, Nueva Alianza y Encuentro Social, también. Los tres, por no llegar al piso mínimo de votos (3%). Entre estos y las otras tres instituciones políticas condenadas por el INE, debido a sus malos resultados en la pasada elección de junio, le han costado al país más de 3 mil millones de pesos. Además de que los que ya tienen cancelado su registro, siguen siendo una carga para el erario porque el proceso de su liquidación es muy lento. Es el caso del partido Humanista, que lleva 6 años en proceso de liquidación y no tiene para cuándo concluir, por el número de juicios pendientes por resolverse.   

La existencia del financiamiento público ha resultado un atractivo económico para los promotores de nuevos partidos, que, en algún momento, los consideraron como un productivo negocio. Esto explicaría, en parte, el gran número de solicitudes para la formación y registro de partidos políticos, como la avalancha de 102 peticiones presentadas ante el INE en 2019. Una euforia pasajera, que rápidamente se redujo por desistimiento o por incapacidad para cumplir con los requisitos que establece la ley. Al final, sólo tres partidos merecieron su registro que, más tardaron en obtenerlo, que en perderlo, por no lograr el 3 por ciento de los votos emitidos en la elección.

Ahora que se insiste mucho en el alto costo de nuestra democracia, y existe una real amenaza de recorte al presupuesto de las autoridades electorales, habría que analizar cuidadosamente el tema del registro de nuevos partidos cuyas apariciones fugaces solo han generado decepción y altos costos. Ahora se informa que los 3 partidos que perdieron su registro, en este año, continuarán gozando de los privilegios que corresponden a los partidos con registro, utilizando las instalaciones del Instituto y recibiendo las prerrogativas económicas por el resto del año, lo que resulta un exceso que habría que corregir.

Agosto 26 de 2021

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