Carlos Ramos Padilla
Se le persigue por abusar del poder, por mentir, por engañar a los más pobres con un populismo ramplón, de quinta, sin moral. Se le acusa de usar a una izquierda disfrazada para constantemente golpear al gobierno en turno acusándolo de corrupción y prometiendo honestidades inexistentes. Se le vió como un líder incluso capaz de integrar una ideología continental contra Estados Unidos para fortalecer lazos entre países latinoamericanos. Decía que buscaba integridad y paz y visitaba las zonas más pobres del país para elaborar discursos de esperanza y de repartición de la riqueza. Quitarle a los ricos para darle a los pobres. Su estampa crecía junto con el interés nacional de progreso a la fácil, con dádivas, no con producción. Pero se le desnudó en sus demagogias estériles y ahora se ven las consecuencias. Habló por supuesto de Luis Inácio Lula Da Silva quien ya con orden de aprehensión tiene hasta hoy , viernes, a las cinco de la tarde para entregarse a las autoridades. el Juez Sergio Moro emitió su orden de prisión..es condenado a 12 años y un mes de cárcel por corrupción. dejándole la posibilidad de entregarse, repito, voluntariamente. Decidió irse por la fácil, usar a los pobres para encumbrarse, robarles después, defraudar a sus socios políticos y dejar a su nación en una grave crisis. Y se le da la oportunidad de entregarse de manera voluntaria, dijo el juez, por la dignidad del cargo que ocupó, pero eso no le quita lo bandido y traidor a su patria. Veremos de que plastilina está hecho Lula, mediremos su calidad moral. se acepta sus culpas y enfrenta el juicio que le impone su propio pueblo defraudado. Hoy deberá presentarse en Curitiba al sur de Brasil y ahi entregarse.Sus cercanos aseguran esta sereno y dice con la conciencia tranquila, la conciencia apunta, de los inocentes.Con todo, y como caso curioso, la ley brasileña le permitirá a Lula hacer campaña política desde la cárcel y buscar una nueva postulación que deberá ser invalidada en agosto por la justicia electoral. El punto es que Lula es hoy un representante más de esa izquierda fracturada que ha servido de escaparate para convencer a un pueblo dolido por la ausencia de satisfactores que invita a cambios por ocurrencias, que usa el dolo y la mentira como pasaporte al poder y que ya en la cumbre, le arrebata a la sociedad sus recursos para simplemente condecorarse con carros de lujo, propiedades malhabidas y lociones de marca bajo el lema de: primero los pobres. Mal le salió al final aquel ya desgatado refrán que dicta, «y no les voy a fallar»