Carlos Ramos Padilla
Como cada cuatro años se cumple con la liturgía del futbol. Inicia la justa, el campeonato, más importante en el deporte que se ha perfilado como el más atrayente y divertido del planeta. En Rusia los mejores entre los mejores representarán a sus naciones en busca del titulo que los corone como los más aptos del orbe. Sus figuras llaman la atención por su calidad en el tratamiento del balón y el número de goles que los colocan en el renglón de los dotados. Messi, Ronaldo, Marcelo, Neymar, Rafa Marquez, chicharo Hernández, Sergio Ramos, Luis Suárez, son apenas un puñado de jugadores que se han convertido en atracción mundial y que pisaran suelo ruso para demostrar quién es el mejor. El blindaje en los estadios es impresionante, las ceremonias se anticipan de bajo perfil y austeras, un chip en el balón, cámaras para árbitros especiales en jugadas polémicas, techos de estadios que se convierten en enormes pantallas, transmisiones en televisión con una calidad nunca antes experimentada, en fin, un cúmulo de nuevas alternativas para disfrutar al futbol. Al paralelo, y con sello histórico, México gana, ahora junto con Estados Unidos y Canadá la sede mundialista para el dos mil 26. Sólo un estadio en el mundo y en los anales puede presumir ser sede en tres ocasiones y es el Estadio Azteca. Ese mismo inmueble que coronó al Rey pelé y a sus selección y el que registró la mano de Dios con Maradona, y lo que son las cosas, Brasil, el cercano Brasil, apoyó a Marruecos para que fuera la sede en el 2026 y Maradona declaró que México no merece la distinción. Y le pegó también a los canadienses, les dijo que mejor se dediquen a esquiar y los estadounidenses a no fomentar la idea de cuatro tiempos de 25 minutos para abrir más espacio a los comerciales. Por lo pronto los mexicanos atentos para saber qué ocurrirá en el desempeño de nuestros jugadores nacionales comandados por un colombiano. La apuesta es no de ser campeones del mundo, sino la posibilidad de llegar al quinto juego y sin experimentos en la cancha. No importa ya estamos listos para la ola mexicana y nuestro finisimo grito a los porteros, y que no se olvide «Cielito Lindo» que suena padre pero no sabemos ni quién la compuso.