Se comenta solo con… Desgracia


Carlos Ramos Padilla

Que delicado y grave es escuchar al Presidente de México, con tono eso sí honesto, que reconoce que ha delicados problemas al interior de los reclusorios debido a que no es rentable, vamos redituable, politicamente. Es decir, que la seguridad nacional en los penales es asunto menor porque los gobierno, incluido el federal toman el tema con fines de poder o electoreros y como esto no está en la agenda pues la violencia se ha incrementado. Ahora entendemos el por qué no sólo la corrupción sino gente tan nociva, vengativa y asesina como los capos de capos, hacen los que les viene en gana desde sus celdas. Al paralelo nos enteramos que todos los cuerpos policiacos y de seguridad en la nación no cumplen con los mínimos requisitos que les impone la ley para proteger a los uniformados. No quisiéramos creer entonces que tienen más derechos y protección social los reos que los empleados con uniforme que son los que nos cuidan. En pocas palabras, nuestros policías son mal pagados y son humillados. En otros países los uniformados y los maestros son quienes reciben mejores prestaciones, ingresos y capacitación, así sus comunidades viven seguras, cuidadas e instruidas. Aquí no es así, es totalmente lo contrario. Los policías y los maestros no acceden a los beneficios que les garantiza la Constitución y las leyes, presentan grados mínimos de educación escolar, difícilmente saben leer y son sujetos a una degradación social impresionante mientras los bandidos los matan a mansalva y los maestros se dedican a organizarse en constantes paros de actividades. Ambos sectores, los policías y los maestros inspiran desconfianza y discriminación de la sociedad. Tan sólo el 68.5% de los integrantes de corporaciones policiacas se sienten menospreciados. 45% perciben menos de 10 mil pesos al mes, 30% han sido sujetos a malos tratos laborales y 68% no han recibido ni ascensos ni promociones. Hay que decirlo, la policía de la Ciudad de México es la más robusta y numérica pero no es suficiente. Pero insisto, escuchar al Presidente Peña reconocer la evidente debilidad de los celadores y la altísima corrupción además del olvido al reconocimiento policiaco es como para dar miedo. Ya cuando nos dicen que suben los indices de delincuencia, el susto nos acerca al infarto.

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