Carlos Ramos Padilla
Por la crisis mundial del coronavirus hemos volteado a todos los horizontes pero no nos percatamos de lo más cercano, los “cerillitos de la tercera edad” en los supermercados. Ellos están expuestos a todo tipo de contacto humano, con mercancías y con objetos sin ser auxiliados con ningún protocolo sanitario. Trabajan de pie por horas, estrechan manos, transportan carritos de servicio, ordenan mercancías, reciben dinero. Ojalá la Asociacion Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales A.C. tome cartas en el asunto para solidarizarse con este grupo muy vulnerable de personas que a mi entender ni tienen ningún soporte legal o laboral, menos servicios médicos. Entendemos que en Italia, una de las naciones más afectadas junto con China e Irán por la pandemia, ha determinado implementar protocolos de supervivencia y medicinas con prioridad en los jóvenes infectados y no en los miembros de la tercera edad. Son medidas extremas ante la escasez de medicamentos e infraestructura hospitalaria. Tenemos que mostrar signos de humanidad, fraternidad y civismo ante nuestros personajes de la tercera edad. Sería conveniente que por unos días dejaran de prestar sus servicios. Seríamos unos perfectos inútiles si nosotros no somos capaces de empaquetar nuestros productos luego de la compra. Ellos, los “cerillitos” tendrían la oportunidad del aislamiento voluntario y nosotros de cooperar con su situación si en los supermercados se colocan urnas para que todos los consumidores aportemos algunas monedas que les sean equitativamente distribuidas. Si somos capaces de suspender clases para proteger a nuestros hijos no veo por qué no seamos solidarios con nuestros miembros de la tercera edad.