Por Félix Fuentes
En mala hora fue iniciada la reestructuración del TLCAN. Coincidió con una super barrabasada de Donald Trump, quien justificó su racismo y equiparó a los supremacistas blancos con los críticos de esa práctica hitleriana.
Por su retórica, Trump originó la desbandada de dos grupos empresariales que eran enlace con el régimen yanqui.
En ambos grupos figuraban directores de importantes compañías de Estados Unidos y algunos tacharon a Trump de ser miembro o proclive al Ku Klux Klán. Revistas como la alemana Der Spiegel representan a Trump con la capucha puesta del KKK.
En un comunicado dijeron los empresarios: “La intolerancia, el racismo y la violencia no tienen cabida en este país y son una afrenta a los valores intrínsecos estadounidenses”. The Gardian lo calificó de “moralmente estéril”.
El presidente de EUA tardó cuatro días en repudiar al racista de Charlotteville, James Fields, quien atropelló a una multitud y mató a una mujer.
En su endeble condena, Trump calificó por igual a los supremacistas con los liberales.
Decidido a desmantelar a su equipo, Trump despidió a Steve Bannon, un supremacista polémico que da por terminada la actual presidencia estadounidense, “por la que peleamos y ganamos”.
Duda Bannon que el presidente logre propósitos, como el muro en la frontera. En siete meses ha despedido a personajes como el jefe del gabinete, Reince Prebus, James Comey –fue director del FBI- y Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca.
La aceptación de Trump en EUA cayó a 40 puntos y se extiende el temor de que, en sus confusiones, aseste nuevos golpes, en particular a México, en momentos en que es renegociado el TLCAN.
Negociadores de Estados Unidos quieren el nuevo tratado a su modo y eliminar capítulos como el 19, relativo a las controversias.
Hay quienes ven debilidad en el equipo de México, pero la respuesta es de que, la representación nacional fija líneas rojas y, si EUA insiste en cruzarlas, nuestro país se retirará del tratado. A ese punto ha llegado la tensa situación.