El circo llamado México


Jorge L. Velázquez Roa

@JorLuVR

Nuestro país se ha convertido en un verdadero circo. La carpa se empezó a levantar desde el 1° de julio de 2018. Aún antes de su inauguración formal el espectáculo ya había comenzado. El nuevo director y maestro de ceremonias –que no el dueño– daba desde entonces instrucciones a diestra y siniestra para ir armando el guion y mostrar a los espectadores que la función sería espectacular y representaría una transformación del arte circense.

Para demostrarlo, organizó una consulta para decidir dónde habría de instalarse la pista central del circo. Aunque en realidad la decisión ya estaba tomada de antemano, el ejercicio le permitía congraciarse con los que lo eligieron nuevo director. La inauguración, el 1° de diciembre de 2018, fue una fiesta doble en la que, además de arremeter en contra de los anteriores directores y sus respectivos espectáculos, congregó a los “animalitos” del circo a quienes prometió no fallarles, darles un mejor trato y les ofreció justicia y una vida digna. Sin duda, juntos harían historia.

Una vez inaugurado, el director instauró una conferencia matutina, la “mañanera”, para desde las oficinas centrales del circo anunciar la agenda del espectáculo del día. Así, con una disciplina cuasi monástica, el director cita todos los días a los malabaristas, acróbatas y demás trabajadores del circo para instruirlos delante del público sobre lo que deberán hacer en la jornada de trabajo. Aprovecha también para reconvenir, amonestar e incluso amenazar a los críticos del espectáculo, incluyendo a la prensa que se da cita y que generalmente solo mira complaciente y atónita los anuncios.

En lo sustantivo ha habido mucho ruido y pocas nueces. Todo se hace en nombre de la corrupción –desde la lucha contra el robo de combustible hasta la cancelación de obras y contratos–, pero al mismo tiempo sigue sin haber presuntos responsables que hayan sido consignados ante las autoridades judiciales. Es decir, que viva la impunidad. De la misma forma, la opacidad de la nueva dirección ha crecido de manera descomunal ya que, por ejemplo, se contratan a siervos de la nación en estructuras paralelas a las instituciones oficiales, sin que nadie sepa qué hacen exactamente y a qué costo. Al mismo tiempo, se ofrecen cifras sobre creación de empleos e inseguridad que no se sostienen con las propias cifras oficiales, las cuales si es necesario son bajadas de los portales oficiales para evitar la contradicción. Es decir, si la realidad no se ajusta a lo dicho por el director pues peor para la realidad porque tarde o temprano ésta tendrá que ajustarse al discurso oficial.

Para continuar con el espectáculo, se cancelaron programas de guarderías, de centros de apoyo a las mujeres contra la violencia de género e incluso de salud infantil solo porque se desprecia a la sociedad civil (aunque se haya disfrazado de lucha contra la corrupción). Vaya, ni siquiera el propio gobierno del circo se salva porque no solo les bajaron el sueldo a los funcionarios públicos, sino que se les estigmatiza, se les corre bajo presión y se nombran a nuevos funcionarios que no solo carecen de experiencia, sino que ni siquiera tienen el perfil para los puestos a los que son asignados. Un desprecio total por la función pública y por todas aquellas instituciones que no se pliegan a los designios del nuevo director o su ideología. En materia de política exterior, nos hemos plegado a todo lo que nos ordena el circo vecino del norte para no hacerlo enojar y ahora, por lo mismo, gustosos recibimos a los “animalitos” que vienen del sur. Mientras tanto, las peticiones del director para que espectadores externos nos pidan perdón por lo sucedido hace 500 años nos convierte en el hazmerreír del mundo entero. Ciertamente con ello saldremos del subdesarrollo.

Esos sí, mientras el precio de la gasolina aumenta y la inseguridad también, día con día se ofrecen dádivas, loterías y tandas al pueblo y a los “animalitos” del circo para cosechar los frutos cuando sea momento de renovar la dirección. No importa que el desequilibro fiscal e incertidumbre económica estén haciendo mella en las finanzas del circo, pues a pesar de los pronósticos de crecimiento a la baja, el oráculo del director nos dice que creceremos más de lo que los expertos dicen. Ante todo, hay que vender esperanza y alegría, para eso es el circo.

Lo bueno es que para esa tarea el director no está solo. Cuenta con malabaristas que día a día tratan de agradar al público, pero sobre todo al director, aunque éste los contradiga y los haga quedar en ridículo un día sí y otro también. De la misma forma, cuenta con la sumisión –algunos le llaman apoyo incondicional– de los payasos de las cachetadas que desde el recinto donde se hacen las reglas, transforman las peticiones respetuosas del director en órdenes irrefutables para todos los espectadores.

Qué importa que no haya crecimiento y desarrollo, aunque todos seamos pobres lo importante es que el espectáculo continúe y los “animalitos” tengamos pan y circo.

 

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