Por Raúl Sánchez Carrillo
A medida que pasa el tiempo, en el calendario nacional, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se perfila como impositivo, amenazador.
Critica, descalifica, condena, marca, encasilla y cada vez con mas frecuencia deja entrever que todavía tiene muchos pendientes. Muchos pasos que mas alla de lo que, es plausible combatir la corrupción, es arrasar con todo, todo lo que suene a lo que fue el ayer.
Olvida que gracias al ayer en mucho se agradece el hoy.
Las cancelaciones del aeropuerto de Texcoco, de las reglas del juego en materia de energéticos, de contratos que como todo, han costado miles de millones de pesos al país. No se ha pagado del dinero del partido que lo llevó al poder, no, del dinero del pueblo. Suena a contrasentido que mientras busca mas y mas , mas dinero para comprar estadios de béisbol o para sus programas, parece no enterarse que tiene fugas que son de indemnizaciones y de graves costos de prestigio internacional y nacional.
En un juego de palabras, claro, refiriéndose al ayer cuando había la pregunta de que se hacía con los pobres, hoy , AMLO pregunta que se haría mas bien con los ricos.
Las nunca vistas críticas en diarios internacionales de gran prestigio, son para este gobierno, solo periódicos famosos si, pero, agrega, que carecen de ética. Sabrá el significado de la palabra. Nace la pregunta.
No acepta crítica. La califica de ataque, de campaña. De provocación.
Quizá nunca como en este sexenio, el desaire y las bravuconadas contra los empresarios se habían convertido en una posición inamovible. De reto. A mi no me van a decir como hacer las cosas, responde cuando se le proponen 68 puntos de acciones para salvar de la ruina a las empresas que al final es salvar cientos de miles de empleos a cambio de ayudas económicas o créditos raquíticos por mas que sean a la palabra o a pagar en cuatro años, sin intereses.
Vive en el Palacio Nacional, nada mas. Cuesta mantener a esa sede del Ejecutivo, seis millones de pesos mensuales. Por mas tlacoyos o atoles con guaraches, o chilaquiles o tamales, o chicharrón en salsa verde, se mantiene en operación una cocina tabasqueña .que despidió a los chefs que trabajaron ahí, que tampoco le cuestan. Los trajes, camisas y corbatas, tampoco le cuestan.
Nunca ha pagado una renta o un gasto para mantener una familia. Siempre estira la mano del partido al que pertenece o cobra, dice, de los libros que ha escrito.
Para que la confrontación. Para que la bravuconada. Para que erigirse como el amenazador presidente que mueve sus hilos y que sus secretarios de estado cumplen haciendo y publicando decretos que ponen los pelos de punta a varios países del mundo.
Asi los días pasan para estar atentos o a una epistolar mañana en donde predica que son suficientes unos zapatos, poca muy poca ropa y si se puede un auto austero, compacto y nada mas.
Aunque la austeridad obligada de estos momentos, es la falta de esperanza.
sanchezcarrillo.tv